Por: Héctor Rodríguez
El gran avance de la tecnología permite
reflejar la capacidad del hombre para crear, conquistar nuevos retos y
superarse, todavía no hemos podido adelantar lo suficiente en el campo
del desarrollo moral del ser humano como para que se logre situar el
valor de la vida en la base de nuestra organización humana.
Aunque es cierto que la globalización está
llevando a que los jóvenes y niños, puedan tener acceso directo a una
amplia y rica información, así como al conocimiento en todas las áreas a
las que su deseo de explorar quiera extenderse, también lo es que
existe un vacío personal, generado por la convivencia cada vez más
empobrecida dentro de la familia, que se hace evidente en la creciente
dificultad de las parejas para comprometerse en sus relaciones
afectivas.
A partir de la convivencia en el hogar
aprendemos a manejar una autonomía responsable, es decir la capacidad de
aprender a asumir el control de la vida personal y aprender a responder
por nuestras acciones. No obstante, esto sólo puede asimilarse a través
del ejemplo; por lo tanto, los padres deben examinar la coherencia
entre su estilo de vida y los valores que quieren sembrar en la familia.
La comunicación es el canal propicio para el
avance personal y familiar; por ello debemos generar relaciones en las
que se alimente la calidad del acercamiento con nuestros hijos, y de
esta manera acompañar su crecimiento con una orientación que les brinde
la posibilidad de crecer en forma sana.
Si podemos transmitir la certeza del afecto
que profesamos por ellos, al igual que una orientación justa para que se
vean fortalecidos por el respeto y el apoyo al descubrir su
singularidad esto será un aporte fundamental y marcará la diferencia,
en relación con su capacidad para tomar decisiones.
En la medida en que podamos crear relaciones
que nos permitan sentirnos parte de una familia, en la cual los lazos
que nos unen alienten la solidaridad y el compartir mutuo,
estimularemos en los hijos el deseo de buscar relaciones en que puedan
reproducir y construir una vivencia también muy gratificante.
Los padres también necesitan fortalecer a los
jóvenes para que crezcan con una autoestima y concepto personal que les
permita asumir con voluntad y espíritu combativo las situaciones que la
vida les presenta.
El complejo mundo de hoy exige mucho realismo
cuando nos planteamos la posibilidad de sacar adelante una familia. Por
tanto, tomar la decisión de ser padres no puede estar en manos del azar,
sino que en lo posible debe ser fruto de una elección muy consciente y
meditada, que le permita a la persona, integrar esta decisión a sus
objetivos individuales.
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